El científico incluso revierte el concepto: no sólo la práctica no es peligrosa, sino que “haría bien” a los genes y el ADN. Según Bittles, que estudia el problema desde hace 35 años, el 10% de la población mundial está casada con un primo de primer o segundo grado, y en algunas zonas el porcentaje asciende incluso al 50%.
El riesgo de aumento de enfermedades genéticas, aseguró, fue sobreestimado. “No hay duda de que es mayor -escribió-, según diversos estudios el matrimonio entre primos aumenta la probabilidad de enfermedad hasta un 4%. El peligro se refiere sin embargo sólo a algunas patologías muy raras y el 90% de estos matrimonios no implica riesgo alguno”.
El naturalista británico Charles Darwin, ejemplificó Bittles, estaba casado con su prima Emma, y también sus abuelos eran primos hermanos.
Pero la práctica del matrimonio entre primos es mucho más antigua: “Los primeros hombres que migraron de África lo hicieron en pequeños grupos de cazadores-recolectores y es más que probable que dado el escaso número de opciones el apareamiento entre consanguíneos fuera normal”, dijo. “Lo que evitó la difusión de las enfermedades genéticas -precisó el científico- es el purging, es decir, el fenómeno por el cual los genes defectuosos son removidos del ADN”.
Este fenómeno, explicó Bittling -que está estudiando cómo influyeron en el ADN humano actual los matrimonios entre primos hermanos- corre sin embargo el riesgo de no producirse.